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Viernes, 26 feb 2016

Ancestralidad y vigencia de los frijoles y quinchonchos


IMG_20160211_141412Los populares frijoles (Phaseolus vulgaris) son uno de los cultivos más antiguos del mundo, desde nuestros antepasados hasta las generaciones recientes, quienes también han disfrutado del maíz y la yuca, considerados como alimentos básicos y predominantes en el continente americano.

Justamente, es el frijol uno de los rubros que ha estado en la mesa de los venezolanos con rico contenido de nutrientes y vitaminas. Forma parte del género Phaseolus, asociado la familia Fabaceae (leguminosa) con cerca de 90 especies aceptadas, de las más de 600 descritas en América. Son característicos por su diversidad de frutos y semillas, conocidas coloquialmente como judía, alubia, habichuela, frijol o poroto, entre otros muchos nombres característicos, según la localidad.

En un estudio realizado en Venezuela durante el 2011 por el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (Inia), organismo adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Producción Agrícola y Tierras, se determinó la importancia de la familia de las leguminosas, haciendo énfasis en especies de granos más importantes de la nación. Entre ellos el frijol y el quinchoncho (Cajanus cajan)

Potencialidades del grano

Según esta misma investigación “Venezuela cuenta con una gran diversidad del patrimonio genético domesticado de Phaseolus”, especialmente en los estados Mérida, Trujillo, Táchira y Lara, donde se han hecho colectas significativas en zonas naturales, determinando así la presencia de variedades del frijol bayo como el Mesoamericano y el Andino.

Por otro lado, el dato suministrado por la revista especializada Nutrición Comunitaria del año 2007, indica que la caraota representa un 52% del consumo para la población en general, mientras que el frijol abarca un 13%, las arvejas el 12% y el quinchoncho 4%.

Para el investigador y agrónomo de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) seccional Zulia, Jesús Toledo, parte de las potencialidades de este importante alimento se centran en su propia preparación como alternativa a otros rubros.

“La naturaleza nos proporciona infinitas opciones y es nuestro deber aprender a conocerlas para alternar y disminuir el consumo indiscriminado de otros que muchas veces deben ser importados para satisfacer las necesidades prefabricadas del modelo capital”, recalcó.

En este sentido, el Gobierno Bolivariano puso en marcha el Plan Nacional de Leguminosas para el periodo seco (septiembre 2015 – marzo 2016), con un financiamiento de 304 millones de bolívares para lograr la activación de siembra de unas 75 mil hectáreas a nivel nacional, distribuidas entre más de 50 mil de caraotas y 25 mil de frijol, garantizando con esto su cosecha y distribución planificada al territorio venezolano.

Frijol bayo y guajirero

La región centro occidental del país es la que más consume variedad de leguminosas en grano, pero también destacan otras zonas productoras como el estado Zulia, Apure, Portuguesa, Guárico, Yaracuy, Falcón, Cojedes, Anzoátegui y Monagas. Precisamente, para aprovechar todas las propiedades del frijol, los conocedores en la materia no descartan las hojas y las vainas, pues al igual que las semillas, ellas representan buena parte de la dieta alta en proteínas.

Actualmente, algunos pequeños productores de la etnia wayúu del municipio Jesús Enrique Lossada y Maracaibo, específicamente en la parroquia San Isidro del estado Zulia, producen el frijol guajirero, el cual tiene la particularidad de presentar una buena adaptación a condiciones de sequía, mostrando un crecimiento abundante y una alta segregación. Son seleccionados por color, que van desde el negro, rojo; bayos y diversas degradaciones de marrón con pintas.

Las Bases de Misiones Socialistas de la parroquia San Isidro, municipio Maracaibo, específicamente la BMS “Hijos de Nohelí” y “San Sebastián”, en esta última la señora Olga de Prins, de 40 años de edad, comparte su experiencia como sembradora del frijol guajirero, son algunas de las experiencias más notorias que ha constatado el INN Zulia en la región.

“Yo no compro semillas, las tomo de las propias semillas que me dan los alimentos y van de la mesa a la tierra. Tengo casi cinco meses sembrando en mi patio y creo que sí es posible la soberanía alimentaria, la tarea está en la tierra, no hay excusa. Los granos se dan con facilidad”, aseguró Prins.

Además del apoyo sistemático del INN en las comunidades con el tema de la recolecta y entrega de semillas autóctonas, algunas propuestas para el consumo de estos rubros son ofrecidas por el Instituto al afianzar en los aportes nutricionales que estos tienen para nuestros organismos. Tomando en consideración algunas preparaciones sencillas como las torticas de quinchoncho y las albóndigas de frijoles, las cuales aportan variedad y gusto en el menú familiar, así como la divulgación de otras vías de consumo verdaderamente Sanas, Sabrosas, Seguras y Soberanas.

Publicado por en Reportajes 5353

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