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Lunes, 11 ago 2014

¿Es necesario consumir leche de vaca?


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  Para el ser humano la leche materna es el alimento ideal de forma exclusiva durante los primeros 6 meses de edad y, acompañada de una alimentación complementaria adecuada, hasta al menos los 2 años. Sin embargo, pasado el período de lactancia, y a lo largo de toda su vida, el hombre continúa con el consumo de leche, especialmente de vaca, aun cuando cada mamífero produce la leche específica para su especie, pudiendo asumirse, en consecuencia, que sólo es idónea para cubrir las necesidades de sus propias crías quienes la obtienen directamente de las mamas de sus madres sin contacto con agente externo alguno pues se trata de una sustancia que se altera y contamina con gran facilidad. En respuesta a esto, en la Europa de finales del siglo XIX comenzaron a desarrollarse técnicas de conservación para mantener la leche animal en condiciones adecuadas de consumo que se fueron perfeccionando con el paso de los años, motivado principalmente por la necesidad de encontrar sustitutivos a la lactancia materna como forma de alimentación artificial para los recién nacidos.

  El conocimiento científico generado entre la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX contribuyó de manera decisiva a hacer de la leche, particularmente la de vaca, un producto alimenticio de uso cotidiano considerado completo y nutritivo tomando en cuenta lo vital que resulta su consumo para todos los mamíferos durante las primeras etapas de vida. Así, desde el punto de vista nutricional, se afirma que en la dieta humana la leche es el primer aportador de calcio, el segundo aportador de riboflavina, el tercer aportador de proteínas, lípidos y vitamina A y el cuarto aportador de colesterol. Pero, ¿es cierto que aporta tantos beneficios o más bien se trata de un alimento poco adecuado y saludable causante de diversas patologías?

  Diversas investigaciones demuestran que las enfermedades relacionadas con el consumo de leche de vaca se ponen de manifiesto según la edad a la que se administre el producto. Algunas personas suelen experimentar ciertos síntomas tras el consumo de leche y, en algunas ocasiones, de otros derivados lácteos que se han relacionado con la intolerancia a sus componentes e incluso con alergia a la leche en sí misma. De este modo, puede distinguirse entre la intolerancia a la lactosa -el azúcar propio de la leche- y la alergia a las proteínas de la leche de vaca. La primera de ellas ocurre principalmente por la existencia de una deficiencia de lactasa, más frecuente en adultos que en niños, y se manifiesta por síntomas tales como flatulencia, dolor abdominal, vómitos y, en ocasiones, diarrea. Por su parte, la alergia a las proteínas de la leche de vaca, especialmente a la caseína, es un cuadro que ocurre en lactantes y niños pequeños y suele aparecer en las primeras semanas de vida manifestándose como síntomas cutáneos, respiratorios o gastrointestinales, sin embargo, entre 60 y 75% de los lactantes afectados son tolerantes alrededor de los 2 años, y la cifra aumenta más lentamente a partir de esa edad. Tanto en el caso de intolerancia como en el de alergia, lo más recomendable es suprimir por completo el consumo de leche y buscar sustitutos que posean los nutrientes que puedan dejar de percibirse, particularmente calcio.

  Por otra parte el alto contenido en grasas saturadas en la leche de vaca, recientemente se ha relacionado con la aparición de problemas de obesidad pero no se ha demostrado la existencia de una relación directa entre una y otra pese a que un aporte elevado de grasas saturadas en la dieta conlleva el riesgo de desarrollar enfermedades crónico degenerativas tales como la ateroesclerosis en etapas posteriores de la vida. En todo caso, se sugiere el consumo de leche líquida pasteurizada por presentar ésta menor proporción de grasa en comparación con la leche en polvo la cual aporta cantidades considerables de colesterol además de estar sometida a diversos tratamientos fisicoquímicos para su obtención.

  Debido a que la leche y sus derivados son las mejores fuentes de calcio es común que se asuma que son las únicas fuentes existentes de este mineral, ignorándose que existen alimentos de origen vegetal que, si bien no aportan las mismas cantidades, proporcionan calcio suficiente para cubrir parte de los requerimientos diarios de la población. Hortalizas como el brócoli, la espinaca, el repollo, la acelga y los berros son ricas en calcio. Así mismo, legumbres como las caraotas blancas, los garbanzos, las lentejas y la soya y frutos secos como las nueces, las avellanas y los pistachos aportan importantes cantidades de calcio a la dieta.

  En conclusión, aun cuando se considera que la leche de vaca es un producto con múltiples bondades no es del todo indispensable en la dieta humana puesto que los nutrientes que aporta se encuentran en otras fuentes, aunque no con la misma biodisponibilidad, y en consecuencia puede ser fácilmente sustituida por otros alimentos de fácil acceso y alto valor nutricional. Del mismo modo, debe tenerse cuidado con su consumo y no sobrepasar la ingesta diaria recomendada debido a su relación con la aparición de ciertas enfermedades y dolencias que aquejan a personas de todas las edades, especialmente durante los primeros años de vida.

Referencias
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2.- Hernández A., I. La difusión de un nuevo alimento: producción y consumo de leche en España, 1865-1936. Diss. Tesis de Doctorado, Facultad d’Economia i Empresa, Universitat Autonoma de Barcelona. 2012 [citado 08 May 2014]; Disponible en:

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3.- Abreu, E, y Ablan de F., E. ¿Qué ha cambiado en Venezuela desde 1970 en cuanto a la disponibilidad de alimentos para el consumo humano?  Agroalimentaria [Internet]. 2004 [citado 08 May 2014]; 10(19): 13-33. Disponible en:

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5.- Verdú, J. Nutrición para educadores. [Internet]. 2da ed. Madrid: Ediciones Díaz de Santos; 2013 [citado 09 May 2014];  Disponible en:

http://books.google.co.ve/books?hl=es&lr=&id=lf66bcoyzLYC&oi=fnd&pg=PA73&dq=nutrici%C3%B3n+para+educadores&ots=SV4-RL5MtP&sig=utDvdOeRJVX_Q8ta88TLUULnlqA#v=onepage&q&f=false.

6.- Barrio, H. Calcio inteligente, una nueva propuesta para niños y grandes. En: Barrio, H La nutrición inteligente. 1era ed. Venezuela: Planeta Venezolana; 2014. p. 111-137.

 

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