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Viernes, 10 jun 2016

Una alimentación saludable reduce el riesgo de enfermedades en los adultos mayores


Arte“Eres lo que comes”, así reza un refrán popular y nada más cierto que esto, pues los alimentos que consumimos pueden sentenciar positiva o negativamente nuestra salud, ya que a medida que avanzamos en edad los aportes de cada comida hacen sus efectos en nosotros.

Hipócrates, el padre de la medicina en la Antigua Grecia, afirmó en una ocasión: “que el alimento sea tu medicina”, algo que hoy día es avalado por nutricionistas y especialistas en la materia, ya que una buena alimentación es  fundamental en cada una de las etapas de nuestra vida, desde la infancia hasta la vejez.

Enmarcados en la celebración del Día de la Adulta y el Adulto Mayor la Misión Alimentación, a través del Instituto Nacional de Nutrición (INN), dedica este reportaje a la alimentación de nuestras abuelas y abuelos.

En este sentido, es necesario saber que los aspectos básicos de una dieta son los mismos a lo largo de nuestra vida, pero las necesidades nutricionales individuales cambian a medida que vamos envejeciendo y la correcta absorción de los alimentos, puede verse afectada por alguna enfermedad.

El consumo de alimentos saludables podría ser un aliado poderoso para reducir el riesgo de enfermedades tan comunes como la obesidad, la arteriosclerosis, hipertensión, la diabetes y el cáncer, así como el mantenimiento de la calidad de vida de los seres humanos y en especial de las personas de la tercera edad.

No resulta preciso determinar cuándo comienza la tercera edad, ya que el envejecimiento es un proceso progresivo que no todas las personas experimentan con la misma intensidad.

Existen claras y notables diferencias entre la forma y la composición corporal de un organismo joven y de un adulto mayor. Con el paso de los años éstas varían a un ritmo diferente según las personas. Estos cambios están notablemente influenciados por factores genéticos y ambientales, el tipo de alimentación, la edad, la situación fisiológica o patológica, el consumo de ciertos fármacos; además la práctica de ejercicio, regular o ausente, son factores que determinan el paso hacia la vejez.

Debido a los cambios en la composición corporal y la disminución de la actividad física, las personas mayores deben adaptar su alimentación, por ello deben tomar una menor cantidad de calorías en comparación con etapas anteriores, para garantizar el freno a la tendencia progresiva de subir de peso.

Asimismo, es necesario asegurar un aporte adecuado de proteínas a través de la alimentación para compensar la pérdida de masa muscular.

Una sana alimentación

Los adultos mayores necesitan los mismos nutrientes que los jóvenes (proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales), pero en cantidades diferentes. Algunos pueden ser más necesarios que otros. Además, para los adultos mayores la fibra es esencial para mejorar la digestión y evitar el estreñimiento.

Los alimentos ricos en proteínas, son los alimentos de origen animal (carnes, pescados, huevos y derivados). Son preferibles los cortes magros (sin grasa), cocinados de la manera más sencilla (a la plancha, al horno o estofado con poco aceite), para así no aumentar en exceso las calorías de la dieta.

Combinar dieta y ejercicio

A medida que se envejece, se aumenta la incidencia de diversas enfermedades, ya sea del corazón, diabetes, estreñimiento o la osteoporosis; lo que obliga a adaptar el ejercicio al estado de salud de cada individuo.

Ejercicios sencillos como caminar a paso ligero, subir y bajar las escaleras, arreglar el jardín, nadar e incluso inscribirse en clases de baile o algún deporte de su agrado, pueden resultar de interés para frenar la pérdida de masa muscular y las consecuencias negativas que lleva consigo.

Consejos nutricionales para el adulto mayor

Las comidas deben ser ligeras, sencillas y de fácil preparación.

Los alimentos deben tener una presencia agradable a la vista, para que inviten a comer.

Fraccionar las comidas en cuatro o cinco veces al día y no prescindir nunca del desayuno.

Es aconsejable beber líquidos entre comidas (jugos o infusiones) y suficiente agua (de seis a ocho vasos diarios), para mantenerse hidratado.

Los alimentos deben ser fáciles de masticar y deglutir. Es aconsejable no abusar del consumo de café, al igual que de licores y bebidas azucaradas.

Aumentar el consumo de alimentos que contengan fibra (legumbres, verduras, hortalizas)  y alimentos integrales.

No abusar de la sal ni el azúcar. Para evitar que las comidas resulten insípidas, se pueden añadir especias como romero, pimienta, tomillo y orégano. También se pueden emplear edulcorantes naturales como la Stevia, para preparar dulces y postres caseros.

Escoger alimentos con un aporte calórico algo menor porque la actividad física es más reducida.

En vez de freír los alimentos, prepararlos al vapor o al horno. Un exceso de grasas puede elevar los niveles de colesterol y provocar sobrepeso u obesidad.

Es importante tomar leche y productos lácteos, como yogures o queso, para cubrir las necesidades de calcio.

Hay que mantener en todo lo posible los gustos y hábitos personales, para evitar caer en la inapetencia.

Garantizar el bienestar integral de nuestras abuelas y abuelos es una de las tareas que ha asumido la Misión Alimentación a través del Instituto Nacional de Nutrición, brindando herramientas útiles y prácticas para mejorar su alimentación enfocada en una dieta Sana, Sabrosa, Segura y Soberana (4S).

Redacción: Darwin Nexans.

Arte: Lelymar Gutiérrez.

Prensa INN.

Publicado por en Reportajes 3957

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